CANSADA ESTOY
y aquí estás tú, marcando el paso de mi marcha
aquí estás con tus heridas abiertas y el miedo irascible de la partida
aquí estás como un animal atrapado sin saber como o donde has fallado
no lo sé, tus necias preguntas son el augurio de la desazón que llega.
cansada estoy de la brisa fría que se arremolina a nuestros pies,
cansada estoy de esa muda caricia que tú esperas recoger
y que jamás has plantado en nuestra historia.
cansada de bailar mis sueños a tu ritmo
de moldear mis esperanzas a tus ansias.
cansada de la lluvia que no cesa en tu vereda
y las palabras que no llegan cuando el alma se despierta.
cansada de oír mi voz ahogándose en la tuya
y de mi rebeldía amarrada en la proa de un navío.
el navío tuyo que en la brisa se sacude a la deriva
en el vaiven de lo incierto, lo frio, lo irremediablemente frio.
Cansada estoy de marchar a tu paso
Y dejar al sol dormirse, mi memoria
Cansada de tus besos insípidos y yertos.
Cansada de tu cuerpo anacrónico y maltrecho,
Que se aplasta entre mis senos soñolientos
Cansada de tu espectro, languideciendo mis deseos
Cortando al águila sus alas con morónicos desvelos.
Cansada estoy de la represión que atañe mis sentidos
De la muerte repentina que se asoma en tu ironía
En el árido romero que florece como martir de tus celos
Cansada estoy, y no hallo al otro lado tu mirada
Solo la soledad marchita en la frígida mañana.
Cansada estoy de lo infértil, lo imposible, lo lejano
De lo inventado y muerto, de lo creado sin futuro
Del aborto consentido, de la calma que te apaga
Y del fuego que engolfa mis desteñidos sueños.
Cansada del sinsabor sin sobra en que me hundo ahora
Contigo o sin ti, lo mismo encuentro.
Cansada del sosiego acoplándose en mis dedos
Repitiendo una historia que no anhelo.
Cansada de escabullirme en universos paralelos
Para buscar esa verdad que me acorrala
Me incita, me seduce, arremete contra mi
Una jauría de silencios que no callan
Que transitan cabalgando las laderas de mi historia
Y que amenazan con sembrar de pánico mis ansias.
No estoy lista para morir aunque quisiera
No estoy lista para rendirme, para apagar mi voz
Ni para ir tras de ti, mendicante de tus sueños, de lo ajeno
Yo soy luz, iridiscente y cálida luz que se levanta
Sólida y agreste, ufana de libertad y magia imberbe
Yo soy templo de palabra inerte, que desborda de sutíleza y gracia
No soy cementerio al viento, cruzada de desvanecidos sueños
Y mientras tú, acaricias el lomo moribundo de tu historia
Yo me arrebato a volar, pues mi sepulcro no encontraré sin gloria.